Reflexiones sobre los rumbos de la patria
Gabriel Zaliasnik
Presidente Comunidad Judía de Chile
El Bicentenario de Chile coincidirá con el Día del Perdón, el Iom Kippur, festividad sagrada del pueblo judío. Un día de introspección y de juicio, en que se busca siempre una nueva oportunidad.
De allí que resulte significativo como chilenos reflexionar en este Bicentenario sobre los rumbos de la nación, de manera de recuperar las coordenadas correctas y trazar nuestra hoja de ruta futura. Ello implica revitalizar el sueño de quienes hace 200 años crearon la patria y el sueño de todos aquellos que a lo largo de los siglos han contribuido a engrandecerla.
Un viejo cuento judío habla de dos hombres extraviados que se encuentran en el corazón de un bosque milenario. Uno le pregunta al otro si conoce cuál es la salida, a lo que éste responde que está igualmente desorientado y perdido. No obstante, le señala que sí sabe cuáles caminos no llevan a ninguna salida, y que quizá juntos puedan encontrar el camino.
Los chilenos en el Bicentenario seguimos en muchos aspectos buscando el camino que trazaron los Padres de la Patria, y a la vez sabemos cuáles caminos no conducen a ninguna salida.
Sabemos que en el pasado el camino del enfrentamiento nos alejó de nuestro destino común. Hemos aprendido que la desigualdad y la inequidad educacional nos impiden avanzar. Comprendemos que la destrucción de nuestros recursos naturales no nos lleva a la salida. Igualmente, sabemos que los senderos de discriminación nos desvían y desorientan.
Todavía existen en Chile grupos disruptores de este proyecto de una nación de hermanos; y hay una tendencia general a minimizar la importancia de la existencia de estos grupos. En Chile y el mundo aún hay graves resabios de antisemitismo, subsisten ideologías intolerantes y existen quienes niegan la existencia del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial y llaman a la destrucción del pueblo judío y su tierra ancestral, Israel. El Bicentenario debe ser la oportunidad para adecuar la legislación a los estándares internacionales, de modo de impedir todo tipo de incitación al odio, xenofobia, discriminación y antisemitismo. Debemos construir un país donde ser distinto sea visto como un enriquecimiento, y no como una dificultad.
En 1639, el doctor Francisco Maldonado da Silva, primer médico que ejerció en el territorio de Chile, fue condenado a la hoguera por profesar la religión judía. El escritor Marcos Aguinis ("La gesta del marrano") -al igual que el recientemente fallecido escritor chileno Guillermo Blanco ("Camisa limpia")- recrea con rigor histórico su vida y da cuenta de un diálogo entre éste y una mujer prisionera en los mismos calabozos: La mujer le pregunta por su crimen, y él le responde "ninguno". Ella ríe, pues dice: "Todos niegan haber cometido un crimen", a lo cual Maldonado da Silva replica: "Yo no niego la causa de mi arresto, sólo afirmo que no es un crimen". La mujer, perpleja, le consulta si acaso incurrió en bigamia, homicidio u otro delito, y Maldonado da Silva, con calma, le dice: "Nada de eso, soy judío. Sí, judío como mi padre y como mi abuelo".
Hoy, casi cuatro siglos después, en el Bicentenario de la patria, la Comunidad Judía de Chile recibe esta fiesta con la inauguración de una nueva sinagoga y con la instauración de una oración (Tefilá) por el bienestar de la nación, que convocará este domingo a las más altas autoridades del país, aportando así a la amalgama de culturas e historias que dan forma al tejido social de Chile a partir de nuestra milenaria ética, la misma por la cual dio su vida el doctor Maldonado da Silva.
El Bicentenario, como fiesta de la libertad, de la independencia, consagra como valor universal el que en una sociedad plural la función del Estado sea abarcar, y no subordinar, las diferentes culturas. Es un llamado a recobrar la luz, la identidad, la espiritualidad, la unidad familiar y la de todos los chilenos. Es una invitación a retornar a las raíces y recuperar la mística que por períodos puede ser opacada, y a ser protagonistas y defensores de un mundo de tolerancia, de paz y de libertad.
El Bicentenario encuentra a Chile reponiéndose de un terremoto y maremoto que costó la vida a tantos compatriotas y con la alegría del milagro de nuestros 33 mineros del norte, junto al anhelo de su pronto rescate de las profundidades de la tierra. Este Bicentenario encuentra a Chile lleno de vida y de esperanza. Lleno de logros que hunden sus raíces en el esfuerzo de muchas generaciones, lleno de proyectos y de sueños, lleno de hombres y mujeres de bien que sienten en hermandad, una identidad forjada en la historia común, en los desafíos presentes y en la esperanza del futuro.
El Mercurio
No hay comentarios:
Publicar un comentario