domingo, 23 de diciembre de 2007

El otro Juan Pablo II, libro de David Yallop

Por Ángel Páez

Yallop, quien desentrañó la historia del convicto Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como "Carlos El Chacal", y reveló los secretos de la muerte del efímero papa Juan Pablo I, se propuso relatar el lado oculto de la vida de su sucesor, el polaco Karol Wojtyla (1978-2005), una tarea polémica para un católico como él.

"Desde el día en que Karol Wojtyla fue elegido como el nuevo Papa, el departamento de prensa del Vaticano emitió un comunicado sobre su vida lleno de mentiras acerca de su relación con los nazis y su papel respecto a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. La prensa consumió ese material sin cuestionarlo y lo repitió tantas veces que se convirtió en verdad", dijo Yallop, entrevistado por IPS durante su visita a Lima.

Ni siquiera la noticia de que Juan Pablo II sería beatificado en tiempo récord, desanimó a Yallop.

Todo lo que no se había contado del "Papa viajero" aparece en las 700 páginas de "El poder y la gloria: Juan Pablo II, ¿santo o político?", publicado este año en español por la editorial Planeta.

"He escuchado y leído que el objetivo del libro es impedir la beatificación de Juan Pablo II. Eso no es correcto", sostuvo Yallop, quien antes de aceptar la entrevista preguntó a este cronista si había leído su libro, porque le fastidia hablar con un interlocutor desinformado.

"Además, el movimiento hacia su canonización es imposible de resistir. Ahora, el hecho de que deba ser canonizado es otro tema. En enero de 2006, cuando estaba escribiendo el libro, el Vaticano había recibido más de dos millones de cartas que acreditaban las virtudes del Papa", dijo.

La biografía oficial del Vaticano señala que Wojtyla "cuando era joven, en la Segunda Guerra Mundial, participó en un movimiento clandestino que asistía a los judíos" perseguidos por la Alemania nazi.

Pero Yallop descubrió que esta referencia no se ajustaba a la verdad. Wojtyla "trabajó para la compañía East German Chemical Works, lo que le había merecido la especial protección del Tercer Reich porque se le consideraba vital para el esfuerzo bélico". Por lo tanto, no es verdad que "fue incluido en la lista negra por los nazis por socorrer a los judíos", como sostiene la versión vaticana.

Juan Pablo II no se preocupó de corregir éstos y otros "errores" de su oficina de prensa, afirma el autor.

Yallop también documentó que Wojtyla ascendió en la jerarquía eclesiástica polaca con el beneplácito del régimen socialista que gobernaba su país.



Según Yallop, Juan Pablo II apañó al cuestionado cardenal de Chicago, John Patrick Cody, acusado de corrupción, no cumplió con lo dispuesto por su antecesor de remover a los altos funcionarios del Banco del Vaticano comprometidos en operaciones ilegales, ni expulsó a notorios mafiosos italianos que tenían cuentas en esa entidad creada para fines píos.

La exposición de estos hechos que contradicen la imagen de Wojtyla podría eventualmente motivar la excomunión de Yallop. "Dada la forma en que se maneja el Vaticano, no me quita el sueño que me expulsen de la Iglesia", dijo.

"Juan Pablo II sabía de todo lo que ocurría en el Banco del Vaticano porque era su banco. Todos los años, el encargado le informaba de los hechos. Era vox populi lo que sucedía, los periódicos publicaban los escándalos financieros. Y su actitud fue siempre la misma. Preguntaba: '¿Hemos perdido dinero?'. Y si la respuesta era no, entonces miraba para otro lado".

Quizás una de las actitudes más controvertidas de Juan Pablo II, meticulosamente investigada por Yallop, fue su condena a la Teología de la Liberación, una corriente progresista nacida en el seno de la iglesia latinoamericana.

Según el autor de "El poder y la gloria", la postura de Wojtyla constituyó una suerte de sentencia de muerte a miles de fieles y religiosos en una región dominada en los años 70 y 80 por dictaduras militares abocadas al exterminio de la oposición.

En su primera visita a América, iniciada en México en 1979, le preguntaron: "¿Y la Teología de la Liberación?". Y contestó: "Depende de qué Teología de la Liberación. Si hablamos de la Teología de la Liberación de Cristo, no de (Karl) Marx, estoy totalmente a favor de ella".

En una reunión reservada con los obispos de la región, celebrada en Puebla, advirtió: "Hay personas que pretenden describir a Jesús como un activista político, como un luchador contra la dominación romana y las autoridades, e incluso como alguien implicado en la lucha de clases. Esta concepción de Cristo como figura política, como revolucionario, como el subversivo de Nazareth, no concuerda con el catecismo de la Iglesia".

Según Yallop, esa declaración y virtual condena de la Teología de la Liberación deleitó al (tirano chileno) Augusto Pinochet (1973-1990) y a los demás dictadores militares y sus escuadrones de la muerte en América Latina".

Yallop reconstruye la entrevista entre el arzobispo salvadoreño Arnulfo Romero y Juan Pablo II, el 7 de mayo de 1979, en la que el primero le entregó evidencias del asesinato sistemático de sacerdotes defensores de los pobres.

"En El Salvador la Iglesia es perseguida", le dijo Romero. "Bueno, ya no exagere", le contestó el Papa. "Es importante que se ponga a dialogar con el gobierno. (…) No sólo debe interesarnos defender la justicia social y el amor a los pobres, también debe preocuparnos el peligro de que los comunistas exploten la situación. Eso sería malo para la Iglesia", recomendó Juan Pablo, según la reconstrucción de Yallop.

En enero de 1980, en un nuevo encuentro, Romero no consiguió del pontífice una condena pública al régimen de El Salvador. Sicarios del gobierno ultraderechista asesinaron al arzobispo poco después, el 24 de marzo de 1980.

Al hacerse públicas numerosas denuncias de pedofilia contra sacerdotes, Juan Pablo II intentó inicialmente manejar el asunto en secreto y lo redujo a "un problema esencialmente estadounidense".

Cuando las denuncias crecieron y parecía que los casos de abuso sexual de menores cometidos por religiosos alcanzaban la dimensión de una plaga, el Papa prefirió callar, según el libro.

"El silencio del Papa era deliberado", escribió Yallop. "Le tenía un intenso odio patológico a cualquier indicio de que la Iglesia Católica no fuera una institución perfecta. Todo desacuerdo debía mantenerse detrás de las puertas cerradas, ya fuese en torno a la política de la Iglesia, una conducta escandalosa o una actividad criminal".

Wojtyla creyó hasta el final de su vida que había obrado con corrección.

"Definitivamente, se fue a la tumba muy feliz de lo que había logrado", dijo Yallop a IPS.

"Si tuviera oportunidad de verlo en el otro mundo, le preguntaría: ¿Cómo puedes estar tan tranquilo con todo el daño que le has hecho al mundo? ¿Cómo puedes mirarme a los ojos después de haber despreciado la Teología de la Liberación, lo que condenó a cientos de miles de latinoamericanos a la muerte?", añadió.

Yallop recordó que en 2004, en la celebración de su cumpleaños 84, el pontífice pareció presa de algún arrepentimiento al escribir: "Tal vez debí ser más duro con algunas personas", para luego retractarse: "No, pensándolo bien, hice todo lo que debía hacer".

En opinión de Yallop, su culpa fue "haber pecado por omisión antes que por acción".

Un católico como el autor no debería temer al infierno por publicar lo que considera la verdad, pero ante la pregunta, contestó citando una reseña de su libro aparecida en un periódico escocés: "Es probable que Yallop vaya al infierno por lo que ha escrito, pero sus revelaciones bien valen la pena".

DiarioDigital

jueves, 25 de octubre de 2007

Halle Berry se disculpó por hacer un chiste antisemita


La actriz Halle Berry se disculpó públicamente por hacer un chiste que podría interpretarse como antisemita, informó el New York Post. Todo ocurrió durante el programa "The Tonight Show", conducido por Jay Leno. Allí la ganadora del Oscar mostró varis fotos suyas un tanto distorsionadas. Mientras se exhibía una imagen, en la que se podía apreciar que la nariz de Halle parecía mucho más grande de lo que es en realidad, dijo: "Esta podría pasar como mi prima judía". El comentario no causó la gracia esperada en la audiencia y, al finalizar el programa, Halle Berry le pidió a Leno que eliminar el chiste de la transmisión. 
 

En un comunicado de prensa la actriz aseguró que no quiso ofender a nadie- "Luego del programa me di cuenta de que mi chiste podría sonar ofensivo –explicó-, por lo que pedí a Jay que lo editara y él lo hizo. Se suponía que sería un segmento gracioso. Ofrezco mis disculpas, lo siento", concluyó. 
 
Clarín.com

sábado, 22 de septiembre de 2007

La cadena de tiendas Zara y la “Svástica”


En apenas cuatro meses, Zara ha vuelto a quedar expuesta en una polémica por uno de sus artículos que, por segunda vez, han irritado a la comunidad judía, que, sin embargo, mira para otro lado cuando la responsable de la matanza es el gobierno sionista. Resulta que uno de los bolsos que vendía la citada tienda luce una “esvástica”. Un cliente británico, al percatarse, decidió devolver el artículo. Después, la empresa española tomó la decisión de retirar la colección y se disculpó ante la opinión pública internacional.

El pasado mes de mayo, la firma española también tuvo que pedir disculpas, esa vez a la comunidad ultraortodoxa judía, por haber incurrido en lo que ésta considera un grave pecado, como es mezclar algodón y lino en una misma prenda. Esta mezcla está terminantemente prohibida por el judaísmo, al ser considerada un “híbrido” contra natura. Ahora la nueva polémica tiene tintes políticos. Medios británicos e israelíes se hicieron eco de los símbolos que aparecen en el bolso, que fuentes de Zara niegan que apareciesen en el diseño original aprobado por el Grupo Inditex. A la vez, recuerdan que al ser fabricada por un proveedor externo en la India se trata de simbología hindú. Las mismas fuentes comprenden la indignación de este cliente, pero también han destacado que el significado de la esvástica no es sólo político.
Inditex se ha tenido que disculpar ante la opinión pública internacional por segunda vez en cuatro meses ante la indignación en muchos países. La cadena, con 3.300 tiendas en 66 países de todo el mundo, ha retirado el artículo, cuyo precio de venta rondaba los 55 euros, después de que una joven en el Reino Unido exigiera la devolución de su importe tras advertir el detalle del bordado.

Aunque es obvio que resulta asociada al nazismo después de que el Partido liderado por Hitler la utilizase como identificación en los años 30, existía desde hace miles de años en diversas religiones de la India como el hinduismo, el budismo y el jainismo. También era conocida por los griegos como la cruz gamada, por tener cuatro brazos acodados como la letra gamma mayúscula del alfabeto griego, y por los romanos, como demuestra su presencia en catacumbas.

Zara entró en este mercado en 1997 y ya es la principal cadena de ropa en el país, con 15 tiendas, unos 900 empleados y un volumen de ventas de 340 millones de dólares anuales.

miércoles, 8 de agosto de 2007

El 'souvenir' del búnker

G. BÖNISCH / M. SCHEPP
La colección de discos de Hitler incluía grabaciones de músicos rusos y judíos




Parece el cuento de Ábrete, Sésamo. Pero pasó en 1945 en el Berlín destrozado por la guerra y el desenlace es un hallazgo histórico. Estamos en mayo, y Lev Besymenski, capitán del servicio de exploración militar del frente bielorruso recibe una orden. Debe inspeccionar la cancillería del Reich asaltada el día antes, incluido el búnker del Führer, en el que la vida de Adolf Hitler tocó a su fin. Allí se refugió el dictador con sus pertenencias más preciadas: entre ellas, una colección de grabaciones de músicos rusos y judíos.

Pero Besymenski aún no lo sabe; es un profesional que, además, sabe alemán. Acaba de traducir para Stalin la noticia de la muerte de Hitler dada a conocer por el general Krebs. Ese día de mayo se encuentra en el edificio, todavía imponente, de la Wilhelmstrasse en Berlín. Ha pasado varias horas inspeccionando minuciosamente la central del régimen nazi, cuando el comandante soviético a cargo del recinto le pregunta qué podría empaquetarle como souvenir.

"Ante nuestros ojos se ofreció una imagen insólita", dejó escrito décadas después. "En cada una de las estancias había varias hileras de sólidas cajas de madera numeradas, pegadas unas a otras". El personal de servicio alemán había explicado que estas cajas estaban preparadas para su traslado a la residencia de Hitler en Berghof (Baviera), pero al final no habían llegado a enviarlas. Estaban llenas de vajillas y enseres domésticos. Besymenski reunió un montón de souvenirs en una caja que más tarde se llevó consigo a Moscú a bordo de un tren especial. Han pasado 46 años hasta que su hija Alexandra se ha tropezado con el peculiar botín.

Agosto de 1991. Hace un hermoso día de verano en la colonia de dachas de Nikolina-Gora, cerca de Moscú, donde los Besymenski tienen una casita. Hay invitados. Después de comer, llega el momento de relajarse y Besymenski manda a su hija al desván a coger las raquetas de bádminton.
Allí arriba está oscuro y apenas queda espacio libre; hay cajas de libros por todas partes. "Mi tibia tropezó con algo duro", cuenta Besymenskaia, que ahora tiene 53 años. "Era una pila de discos". Tenían unos adhesivos rectangulares con un dentado muy fino en los bordes que la dejaron de piedra. En ellos ponía: Cuartel general del Führer. Papá, ¿qué es esto?, ¿qué hace esto en el desván?", preguntó. "Ya lo ves, son discos de pasta. Pero desde hace años yo sólo escucho CD", gruñó el anciano de 70 años, que no estaba dispuesto a revelar nada más..

Besymenski después de la guerra se convirtió en un honorable historiador y nunca mencionó en los libros que escribió sobre Hitler lo que se llevó consigo de Berlín a Moscú en el 1945: parte de la colección de discos del cuartel general del Führer.

El melómano Besymenski, que murió en junio a los 86 años, se había llevado aquello que satisfacía su pasión. Y en las últimas semanas, su hija Alexandra ha permitido al Spiegel examinar la colección de casi cien discos de pasta. La mayoría están guardados en álbumes rojos y algunos en álbumes azules de una docena de discos cada uno. Algunos están rayados, otros rotos, aunque la mayoría está bien conservada.
El primer álbum no contiene nada especialmente sorprendente: las sonatas para piano Opus 78 y 90, de Ludwig van Beethoven, por ejemplo, o la obertura del Holandés errante, de Richard Wagner, interpretada por la orquesta del Festival de Bayreuth. La música era una de las pasiones de Hitler, junto con la arquitectura. En su época vienesa iba a la ópera casi a diario para escuchar a Beethoven o a Wagner, a Liszt o a Brahms. Pero para él sólo contaba la música alemana. Sin embargo, en la colección de Besymenski hay obras de compositores pertenecientes a pueblos que los nazis consideraban inferiores, entre ellos los rusos Tchaikovski, Borodin y Rachmaninov.

Así, tras el número de inventario Cuartel general del Führer 840, se esconde una grabación de la empresa Electrola con la etiqueta "Bajo en ruso con orquesta y coro". Su contenido es el aria de la Muerte de Boris Godunoff, del compositor ruso Modesto Mussorgski, cantada por el bajo ruso Fiodor Schaliapin. Otro de los álbumes contiene exclusivamente obras de Tchaikovski con el astro del violín Bronislav Huberman, un judío polaco, como solista. "Me parece un completo absurdo", se indigna todavía Alexandra Besy-menskaia, "teniendo en cuenta que millones de eslavos y judíos perdieron la vida víctimas de la ideología nazi".

Por lo visto, cuando Hitler, llevado de su locura de conquistar el mundo, fue aislándose cada vez más y apenas se dejaba ver en público, trataba de relajarse escuchando discos. Su radiotelegrafista Rochus Misch, de 90 años de edad y último superviviente del búnker del Führer, contó cómo en una ocasión, en el cuartel general del Führer, en la localidad ucrania de Winniza, tras una fuerte discusión con el estado mayor operativo de la Wehrmacht Hitler, había pedido a su criado que le pusiera un disco: "A continuación, se quedó completamente absorto en la escucha. Probablemente, el Führer quería distraerse", opina.

Sin embargo, el dictador y sus cómplices disfrutaban sin reservas del talento de los artistas judíos. En la colección de discos, que presumiblemente se encontraba en las estancias del refugio antiaéreo situado bajo la cancillería del Reich, también aparece como intérprete el judío austriaco Artur Schnabel.

Besymenski, judío él también, se quedó asombrado de la cantidad de nombres rusos famosos que descubrió en los discos del búnker. "Eran grabaciones de música clásica, interpretadas por las mejores orquestas de Europa y Alemania con los mejores solistas de la época... Me sorprendió encontrar también música rusa", escribió el historiador hace tres años cuando, ante la insistencia de su hija, se avino a dejar escrito cómo fue a parar a sus manos esta colección de discos.

Der Spiegel