Bonn
Una de las partes más dramáticas de la última obra de Ryszard Kapuscinski es la
dedicada a las matanzas estalinistas, al exterminio de los ucranios por
hambre, cuando murieron más de 10 millones por no someterse a la
socialización de la tierra impuesta por el dictador. Para Kapuscinski no
cabe la menor duda de que Stalin fue mucho peor que el dictador nazi
Adolf Hitler: "Si podemos establecer la comparación, el poder destructor
de Stalin fue mucho mayor. La destrucción realizada por Hitler no duró
más de seis años, y Stalin empezó su terror en los años veinte y llegó
hasta 1953. Su poder se mantuvo 30 años y la maquinaria de terror se
prolongó mucho más. No es que Hitler fuese mejor, pero no tuvo tanto
tiempo. La otra diferencia es que la máquina de terror de Hitler no fue
dirigida en primera línea contra su propia nación, sino contra otros
pueblos. En cambio, Stalin dirigió una máquina de terror contra su
nación. Las víctimas más numerosas del terror de Stalin fueron los
rusos. Los nacionalistas rusos sostienen ahora la teoría de que el
régimen de Stalin no fue ruso, sino antirruso, porque ellos fueron las
mayores víctimas. La condena al hambre a Ucrania fue el holocausto más
grande, no sólo del siglo XX, sino de toda la historia de la humanidad.
Nunca en el pasado se había dado una matanza de 10 o 12 millones de
seres humanos".Como intelectual polaco, un país del Este que sufrió
divisiones y abandonos, Kapuscinski considera que "Occidente nunca se ha
interesado por las cosas que no afectaban a sus intereses. La matanza
de Ucrania no fue la única. Ocurrieron con el beneplácito de todos y de
Estados Unidos. Para Occidente, el único criterio es que la persona que
gobierne en el Kremlin garantice la estabilidad. Lo que pasa dentro no
interesa, ni matanzas, ni nada. Ahora apoyan a Yeltsin, y lo mismo
ocurrió Con Stalin".
A la afirmación de que ahora Polonia y los otros países del Este ya
pueden sentirse tranquilos, replica rápido Kapuscinski: "No sabemos,
porque Rusia nunca renunció a su ideología de la expansión. El
comisionado de los derechos humanos de Rusia, Korlov, que acaba de venir
de Chechenia, dijo en Moscú que hoy día es Chechenia, mañana podría ser
Bielorrusia, y pasado mañana, Varsovia. Lo que paraliza esas tendencias
expansionistas rusas no es su nueva ideología, porque no la hay, sino
la debilidad económica y militar. Los políticos rusos dicen que no puede
haber expansión porque tienen problemas, corrupción, mafias. Nunca
dicen que son un Estado democrático sin ambiciones imperiales. Occidente
nunca luchó por nuestra causa y siempre estuvimos muy aislados".
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